“¿Qué le hace una mancha más al tigre?”, pudo haber sido el pensamiento de alguna gente, que sabe que Cuba padece desde hace más de medio siglo una dictadura familiar podrida hasta los tuétanos y que advirtió en la muerte de otro preso político en las mugrientas cárceles de Fidel Castro, apenas una consecuencia lógica de lo que ese régimen seguirá ocasionando mientras continúe oprimiendo al pueblo cubano.
Como la dictadura cubana es “un hecho”, y como Castro todavía no ha sido colocado por el establishment “políticamente correcto” del mundo en la categoría de “hijo de puta indiscutible” –reservada sólo para los Pinochet, para los Stroessner o para los Videla– sino que sigue siendo un “respetable líder” o aun un “héroe viviente”, al que visitan y adulan en procesión los llamados “progresistas” de América Latina, el fallecimiento de Orlando Zapata Tamayo, apresado por la dictadura comunista en el año 2003 por el delito de “pensar” y muerto el 23 de febrero después de una huelga de hambre de 85 días, no ha povocado ninguna conmoción seria a nivel internacional.
Hay, por supuesto, unas declaraciones de compromiso de Europa y Estados Unidos, que no tienen más remedio que hablar de la “injusticia” de un hecho evidente por sí mismo. El gobierno de España, en particular, dijo que está “consternado” por la muerte de Zapata Tamayo. “Consternado”, “dolorido”…¡qué delicadeza! ¡Qué ternura para referirse a la dictadura de Castro! ¡Qué “corrección política! ¡Qué miedo, en fin, para poner punto final a la “ayuda fraterna” que, a pesar de esta y mil muertes más, la “Madre Patria” seguirá derramando sobre la “hermana isla” del Caribe!
¿Dónde está el juez Baltasar Garzón, aquél que perseguía a Pinochet por todo el mundo a raíz de lo que el general había hecho durante la dictadura chilena, mientras jamás movía un dedo ni siquiera contra un cabo del Ejército español por los 40 años de la dictadura de Franco? ¿Dónde está la sensibilidad de todos los “bien-pensantes” españoles que le hicieron el campo orégano a todos los Garzones para hacer revisionismo con las dictaduras latinoamericanas, aunque no hicieran nada con la propia para evitar volver a una guerra civil? ¿Dónde están, ellos y todos los “luchadores por los derechos humanos” cuando se les muere en el rostro un albañil negro de 42 años de edad que en Cuba algún día osó usar su cerebro para opinar que la tiranía no tiene razón? En América Latina ya sabemos dónde están. Muchos están debajo de la cama, avergonzados por ser tan genuflexos y obsecuentes con el brutal régimen policíaco que alaban desde hace 50 años.
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Claudio Paolillo, director y editor general del semanario uruguayo “Búsqueda”
(Fuente: La Nación, Paraguay.)

por la libertad de los presos políticos cubanos
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