Santa Clara, 5 de marzo del 2010.

A: Raúl Castro Ruz, General de Ejército y Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros de la República de Cuba.

General, como usted debe saber, como viejo militar, que los vínculos entre compañeros de armas son unas relaciones que van más allá de las ideologías y de las posiciones políticas. Como debe estar plasmado en los archivos del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, quien suscribe fue combatiente en la República Popular de Angola y de haber continuado en la vida castrense ostentaría el grado de Coronel.

Tres compañeros míos, muy cercanos a usted, me han enviado sendos mensajes para ponerme al tanto que usted dio las órdenes pertinentes para que se me dejara morir, tras el escándalo internacional por el asesinato de Orlando Zapata Tamayo y para que la huelga que llevamos a cabo un grupo de cubanos, cese.

Quiero decirle que me considero un auténtico patriota y que reconozco que cuando único fui mercenario, fue al servicio de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas y bajo sus órdenes, en África. El hecho de que usted considere que mi muerte es necesaria, para mí constituye un honor, pues dice una de las estrofas de nuestro Himno Nacional: “QUE MORIR POR LA PATRIA ES VIVIR”.

En las actuales circunstancias, por las que pasa mi patria y mis hermanos de lucha le agradezco el permitirme morir ante la opinión pública nacional e internacional, por mis ideas prodemocráticas y que Dios se ampare de nuestra tierra y de su alma.


Licenciado en psicología
Guillermo Fariñas Hernández
Expreso político en tres ocasiones,
bibliotecario y periodista independiente.

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