La dictadura militar de Cuba -eso es lo que es, según la definición de cualquier diccionario- está en una posición embarazosa tras la muerte del preso político Orlando Zapata y la decisión de otros disidentes en prisión de dejar de ingerir alimentos para exigir la liberación de todos los prisioneros de conciencia.
De hecho, constatar la existencia de presos que no son delincuentes o terroristas ya nos dice a qué tipo de Estado nos referimos, uno en el que la democracia brilla por su ausencia. Y ni el más firme compromiso con la izquierda puede justificar hoy en día la complacencia con regímenes donde al pueblo no se le da la voluntad ni la palabra, por modélico que sea el país en muchos aspectos, como afirmó Willy Toledo. Quizá sin quererlo, el actor cayó en un maniqueísmo propio de otros tiempos y le pudo el verbo más que la razón, sobre todo al utilizar el mismo argumento que las dictaduras, por él seguramente denostadas, utilizan contra sus presos políticos o disidentes.