Las reacciones suscitadas por la muerte en huelga de hambre del disidente Orlando Zapata han puesto en evidencia las dudas en el seno del partido socialista sobre la política a seguir en relación con Cuba. Mientras desde el grupo socialista en el Parlamento Europeo se suscribía una resolución de condena al castrismo, desde el Gobierno se insistía en la voluntad de impulsar la revisión de la posición común de los Veintisiete durante el semestre de presidencia española.

No se ha tratado sólo de un nuevo episodio de descoordinación, tan frecuentes en este Ejecutivo; la disparidad de criterios en este caso ha obedecido, además, a la existencia de distintos puntos de vista sobre cómo conducir las relaciones con La Habana, tanto bilaterales como europeas, en la expectativa de un pronto fin de la dictadura castrista. No es una decisión sencilla, dado que el propio régimen cubano se halla divido acerca de cómo afrontar el futuro inmediato. Pero el ministro Moratinos se equivoca al seguir defendiendo la revisión de la política común en las actuales circunstancias y también en aspectos cruciales de la estrategia alternativa que promueve.

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por la libertad de los presos políticos cubanos
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