por Efrén Fernández Fernández, prisionero de conciencia

13 de abril de 2010

Prisión de Guanajay, La Habana, Cuba – En mayo de 2004 me trasladaron para aquí. Recuerdo los relatos que los presos comunes me hicieron a mi llegada sobre las golpizas que los militares le habían dado a Orlando Zapata Tamayo.

Todos los días yo podía divisar la ventana de su celda a través de la mía que está a unos 30 metros de donde aún estoy cautivo. A gritos dialogábamos e incluso nos escribíamos con la ayuda de comunes que burlaban el asedio de los guardias. Fue así como el propio Zapata me contó con lujo de detalles lo antes informado por los comunes: “cuando me trajeron para esta prisión en 2003 me ubicaron en el destacamento #6, donde el primer teniente Emilio Guilarte Ramírez y el primer suboficial Leonel Torres Reñí me golpearon salvajemente, causándome múltiples hematomas”.

Este tan solo fue el inicio de una desaforada historia de crueldades contra Zapata. Varias veces vi a los carceleros sacarlo de la celda con las manos esposadas y sin camisa, lo tiraban al suelo y cogiéndolo por los pies lo arrastraban unos 200 metros por las aceras ásperas de hormigón hasta llegar al área militar. También solían atravesar una cancha de baloncesto de piso de grava, ocasionándole lesiones en la piel.

A fines del año 2003, durante una requisa general, los guardias lo encadenaron y arrojaron al piso para que el primer teniente Quintana le diera una descomunal patada en la cabeza, inmediatamente cayó sobre él un enjambre de uniformados quienes lo apalearon presos de odio y sadismo. Por esos mismos días varios militares lo esposaron otra vez y el jefe de la prisión, el Teniente Coronel Wilfredo Velásquez Domínguez, le rompió la boca de un piñazo mientras que sus subordinados le daban golpes con las porras.

Nuestro finado hermano fue víctima de muchas vejaciones y palizas en esta Prisión de Guanajay, el escarnio caló tan hondo que hasta la capitana Delia, jefa de control penal, llegó a propinarle una bofetada. También lo agredieron y ultrajaron el oficial Felito, los suboficiales, Alejandro, Orestes, Pileta y Reinier, entre otros.

En una de las noches tenebrosas de la prisión de Taco-Taco, en el año 2006, torturaban en una celda de castigo a Zapata, por gritar consignas y plantarse en huelga de hambre, en reclamo del cese de los malos tratos, las condiciones infrahumanas y exigiendo el respeto de los derechos de los reclusos. En ese momento le estaban aplicando la tortura física conocida en las prisiones pinareñas con el nombre de la sillita; después de golpearlo le pusieron a la fuerza unas esposas en los pies, le torcieron las manos hacia la espalda, se las aprisionaron con un segundo par de esposas y a continuación con un tercer par le unieron los pies y las manos arqueando su cuerpo hacia atrás, dejándolo así tirado en el suelo varios días, Pero él no se rindió y continuó gritando: “¡Abajo Fidel!, ¡Abajo la dictadura!, ¡Vivan los Derechos Humanos!”.

El enjambre de mosquitos, la plaga de chinchas, y las Ratas, aumentaban su suplicio; por eso los presos comunes, Ramón Acosta Moreno, Michel Jáuregui Pérez, Enrique González Silva, Michel Rodríguez Roldán y Jesús, alias Monín, quienes se encontraban en las celdas vecinas de castigo, llamaron a los funcionarios militares para que pararan aquel tormento. Entonces el Mayor Orlando, jefe de control penal, les prometió consultar a la dirección provincial, pues, según dijo, solamente ellos podían librarlo de aquella pena, porque la orden venía de los superiores.

Las horas pasaban, pero el mayor Orlando no retornaba, por eso ellos comenzaron a gritar y hacer bulla, dando golpes en el piso con pomos plásticos vacíos, obligando a los guardias a personarse nuevamente en el local, a quienes amenazaron con unirse a Zapata en la huelga de hambre. Esta fue la razón por la cual fingieron acceder y le retiraron las esposas, pero cuando todos ya dormían rodearon las celdas de castigo con feroces perros mientras un pelotón de guardias lo despertó para darle otra golpiza.

Sin embargo, el Gobierno cubano jamás pudo callar al defensor de los Derechos Humanos Orlando Zapata Tamayo, quien nunca desmayó en su empeño pacífico en aras de la libertad de Cuba. Todavía hoy en estos muros salpicados con su sangre resuena su potente voz que parece levantarse cada día en contra de los abusos del régimen y defendiendo el derecho de los reos comunes a ser tratados como seres humanos.


Efrén Fernández Fernández, de 47 años de edad, es miembro del Movimiento Cristiano Liberación. Fue condenado a 12 años de prisión en la Causa de los 75 del 2003 y declarado prisionero de conciencia por Amnistía Internacional. Su familia reside en Calle Clavel #582 e/ Tulipán y Concepción, municipio Cerro, Ciudad de La Habana, Cuba.

Grabado por teléfono y transcrito por Tania Maceda Guerra del Centro de Información del Consejo de Relatores de Derechos Humanos de Cuba. Dado por Fernández el 1ro de marzo de 2010 desde la prisión de máxima severidad de Guanajay.


(Fuente: Payolibre.com)

por la libertad de los presos políticos cubanos
| Share

1 Comentario:

  1. Alicia Redel dijo...

    Es un testimonio absolutamente terrible.Parece mentira que Orlando pudiera resistir cosas así.Nosotros no le olvidamos ni a él ni a aquellos como él.Yo también soy socia de Amnesty international.