• Con la muerte de Orlando Zapata Tamayo, la huelga de hambre de Guillermo Fariñas y la persistencia de las Damas de Blanco, la dictadura una vez más está en la picota de la opinión pública internacional. La situación es similar a la de la primavera de 2003.
LA HABANA, Cuba, mayo, 2010 - Los tiempos que se viven en Cuba indican que hay que extremar las precauciones. Los gobernantes resultan peligrosos cuando se asustan.

Cuando en el año 2003 el Proyecto Varela lo puso en aprietos, el régimen esperó el momento oportuno para encarcelar a 75 opositores pacíficos y periodistas independientes. El inicio de la guerra de Irak fue la oportunidad para encausar a aquellos hombres y fusilar a tres jóvenes que intentaron desviar una embarcación a Miami. La atención mundial estaba centrada en la guerra y la ola represiva en Cuba pasó a un segundo plano.

Con la muerte de Orlando Zapata Tamayo, la huelga de hambre de Guillermo Fariñas y la persistencia de las Damas de Blanco, la dictadura una vez más está en la picota de la opinión pública internacional. La situación es similar a la de la primavera de 2003. Fidel y Raúl Castro deben estar locos porque suceda algo más serio que varios terremotos para que se desvíe de Cuba la atención mundial y poder hacer lo que ya tienen planeado.

Una prueba de sus intenciones es  el llamado “Plan contra alteraciones del orden y disturbios contrarrevolucionarios”, que circula en instituciones, ministerios y centros laborales. En una de sus páginas dice: “Cualquier acción o expresión en contra de la revolución o cuadros del Partido o del gobierno de cualquier nivel, las acciones a ejecutar son responder con argumentos, solidez convincente y enérgicamente a tales manifestaciones, y dejar bien claro que no se permiten tales hechos”. Para cumplimentar esta misión, las armas indicadas son palos, cabillas y cables

Los golpes en el rostro de Odelín Alfonso, las amenazas contra Luis Cino y el mitin de repudio que sufrieron José Alberto Álvarez y su esposa, todos ellos periodistas independientes, y el constante acoso contra los opositores en el país, son muestras de que la dictadura está al acecho.

No dudo que los infiltrados y las provocaciones aumenten en este período. Tampoco descarto la idea de que si se ven acorralados, declaren el estado de sitio. A fin de cuentas,  ¿no están dispuestos a parapetarse y hundir la isla en el mar? Con tal de no perder el poder, esta gente (como los llama el pueblo) es capaz de todo. Suceda lo que suceda, la comunidad internacional no debe perder de vista la situación en Cuba.

Adolfo Pablo Borrazá (Fuente: www.cubanet.org)

por la libertad de los presos políticos cubanos
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