Por León Krauze
Esta entrevista con el periodista y disidente cubano Guillermo Fariñas, primera para un medio mexicano, la realicé vía telefónica y la transmití en vivo el día 3 de marzo del año en curso en el programa de radio que conduzco en la W. La situación desde entonces en Cuba no ha hecho más que empeorar, incluida la dispersión violenta de las pacífica marcha de la Damas de Blanco, la calumnia oficial sobre los disidentes encarcelados y la propia salud de Fariñas, dispuesto al martirio por la libertad de sus compañeros. Hago votos porque estas palabras suyas que aquí transcribo no se conviertan en su epitafio.
¿Qué Cuba quisiera usted? ¿Cómo es la Cuba por la que lucha? ¿Por qué está usted en huelga de hambre?
En general estamos haciendo disidencia porque quisiéramos una sociedad democrática, representativa, donde hubiese varios partidos políticos que interactuaran, libertad de expresión, libertad económica y todo eso que, por ejemplo, ustedes tienen en México. En el caso específico de esta huelga de hambre nosotros tenemos tres objetivos fundamentales: en primer lugar, no queremos que pase impune el asesinato alevoso, premeditado e institucionalizado del preso político y de conciencia Orlando Zapata Tamayo. En segundo lugar, nosotros estamos dirigiendo una petición al general del ejército Raúl Castro, con copia al comandante en jefe Fidel Castro Ruz y al ministro del Interior, general de cuerpo del ejército Abelardo Colomé Ibarra, que, si sus palabras no fueron cínicas al decir que lamentaba la muerte de un preso político cubano, debe escucharnos. Hay 26 presos políticos cubanos cuyas vidas, según los mismos servicios médicos del Ministerio del Interior, corren un peligro inminente; pedimos que los ponga en libertad y les otorgue la licencia extrapenal. Así saldríamos de estos problemas y no habría otros Zapata Tamayo. Y, en tercer lugar, si el gobierno cubano me deja morir –ya sea en un hospital o en mi casa– se está demostrando que lo que ocurrió con Zapata Tamayo no fue una particularidad ni una casualidad: es la generalidad, en un sistema político cubano que deja morir y que ha dejado morir desde 1959 a sus oponentes, estén en las prisiones o no.
¿Qué debe saber el mundo sobre Cuba, sobre lo que pasa allí?
Lo que debe saber el mundo es que aquí hay un temor institucionalizado, en todos los estamentos sociales, desde los más altos. Aquí los únicos que no tienen miedo son Fidel y Raúl Castro, pero todos los demás viven aterrorizados de que en un momento cualquiera puedan ser reprimidos. Ese es el gran miedo que existe aquí. Y también deben saber que Cuba usa sus medios –sus profesores, sus médicos y sus entrenadores deportivos– para aparentar una falsa solidaridad hacia otros pueblos y desviar la atención de lo que ocurre aquí dentro del país. Eso es lo que debería saber el mundo. Que aquí se vive en un estado de terror y esta es una isla-prisión.
¿Usted en este momento desea la muerte, el martirio, o le gustaría evitarlo?
En este instante nosotros estamos pidiendo una cuestión lógica: si esas personas tienen la recomendación y el diagnóstico, de parte de los propios médicos del Ministerio de Salud Pública, y de los servicios médicos del Ministerio del Interior, de que deben ir a sus casas, de que se les deben conceder licencias para que no ocurra otro asesinato alevoso dentro de una prisión, como el de Zapata Tamayo, creo que lo más lógico sería que estos reclusos, prisioneros políticos de conciencia, se vayan a su casa. Nosotros no estamos ni pidiéndole a Raúl Castro que deje el poder ni diciendo que el Partido Comunista cubano deje de ser el hegemónico, el único aceptado legalmente; solamente estamos pidiendo una cuestión humanitaria, y yo creo que si el gobierno se considera tan humanitario como se proclama, esto es una cosa normal, una cosa que no va a desestabilizar al Estado.
Entrevista completa publicada en Letras Libres, versión completa aquí
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