Diario ABC de España informa sobre un proyecto de excarcelación de decenas de prisioneros políticos cubanos (menciona la cifra de 60 a 70), cuyos últimos detalles se convendrían durante la visita a Cuba del ministro de exteriores español Migue Ángel Moratinos, quien llega hoy a la isla. Según este reporte, la condición de las excarcelaciones sería la salida al exilio de los opositores, aunque no aclara si esta condición ha sido aceptada por ninguno de ellos.

La noticial en ABC:

Miguel Ángel Moratinos viaja hoy a Cuba con el objetivo de ultimar con las autoridades castristas los detalles de la puesta en libertad de varias decenas de presos políticos de los más de 200 que hay en el país. La operación ha sido diseñada en las últimas semanas en conctactos con el Vaticano y de acuerdo con Francia e Italia, países que, junto con España, acogerían a buena parte de los excarcelados, según supo ABC de fuentes solventes.



A esta medida es a la que se estaría refiriendo el ministro de Asuntos Exteriores español cuando el pasado 24 de junio anunció en una reunión ante dirigentes del PSOE que habría una «sorpresa» en el periodo estival, que haría que la cuestión cubana fuera un éxito del semestre de presidencia española de la UE.

Hasta el día 8
Moratinos va a permanecer en la Isla hasta el próximo día 8 y será previsiblemente recibido por el presidente Raúl Castro. Además, mantendrá una reunión con el canciller cubano, Bruno Rodríguez, y se entrevistará con el cardenal Jaime Ortega, arzobispo de La Habana, cuyos contactos con las autoridades castristas han permitido la excarcelación de los presos de conciencia Ariel Sigler y Darsi Ferrer y el acercamiento a cárceles próximas a sus domicilios de otros doce opositores encarcelados.

Desde hace tiempo, el Gobierno español mantiene contactos con la Iglesia Católica para favorecer la mejora de los derechos humanos en Cuba y asesoró, en su momento, al cardenal Tarcisio Bertone, cuando a finales de febrero de 2008 viajó a la Isla. El pasado 10 de junio, la cuestión cubana estuvo presente en las conversaciones que, tras la visita al Papa, por parte de José Luis Rodríguez Zapatero, mantuvieron en Roma el jefe del Ejecutivo español y Moratinos, con el propio Bertone, secretario de Estado vaticano, y el arzobispo Dominique Mamberti, responsable de las relaciones exteriores de la Santa Sede, que poco después se desplazó a Cuba.

La fecha del 10 de junio fue al parecer clave en la búsqueda de un gesto por parte del régimen castrista para tratar de lavar su imagen ante Europa. Esa misma mañana, antes de trasladarse a Roma, Moratinos se había entrevistado en París con su colega cubano para tratar de convencerle de la necesidad de tomar alguna iniciativa que permitiera convencer a los socios más reticentes de que hay que cambiar la Posición Común Europea.

Ahí pudo surgir la idea de conceder la licencia extrapenal a un importante número de los presos de conciencia que están en las cárceles cubanas, buena parte de ellos desde que fueron detenidos en la llamada Primavera Negra de 2003. A cambio, las autoridades cubanas habrían pedido que esas personas salieran de la Isla.

Buena acogida

El Gobierno español hizo partícipe de la idea a los gobiernos de Francia e Italia, que se mostraron dispuestos a acoger a algunos de los disidentes que serían expulsados, si ellos lo aceptan. El asunto fue tratado ese mismo día, no sólo en el Vaticano, sino también en la conversación mantenida por Zapatero con el primer ministro italiano, Silvio Berlusconi. De hecho, el propio Zapatero, de una manera algo críptica y sin dar detalles, habló de futuras actuaciones conjuntas en política exterior con Italia.

De esta forma, si se mantiene el proyecto, en las próximas semanas Cuba podría excarcelar a un importante número de presos políticos —se habla incluso de 60 ó 70— que se repartirían por España, Francia e Italia. La fórmula de poner en libertad a presos con la condición de que dejen Cuba ya fue utilizada en febrero de 2008, cuando España acogió a cuatro de ellos, tras las gestiones de Moratinos, pero planteea algunos problemas para el futuro de esas personas en los países de acogida.