Es un ominoso silencio de izquierdas, centros y derechas de un continente paralizado por la complicidad y la inmoralidad.
Al parecer, un muerto de Castro vale la milésima parte de un muerto de Videla.
¿Nada que expresar la Sra. Bachelet, cuyo padre muriera como consecuencias de las torturas a que lo sometiera el dictador Pinochet? ¿Nada que decir el presidente Álvaro Uribe, cuyo padre fuera asesinado en un cruento acto de terrorismo por la narcoguerrilla colombiana? ¿Nada que agregar el cordial anfitrión Felipe Calderón, cuya designación fuera torpeada por las fuerzas conjuntas Castro, Chávez, López Obrador?
Al gobierno cubano le perdonan todo lo que es inadmisible en cualquier otro lugar del mundo.
(Fuente: La Vanguardia)

Antonio Sánchez
Analista venezolano-chileno

por la libertad de los presos políticos cubanos
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