En sus casi veinte años en la oposición, Guillermo Fariñas ha recurrido a huelgas de hambre en veintitrés ocasiones. Son casi las diez de la noche del día de su primer desmayo después de ocho días sin probar ni alimentos ni agua. Con su hablar reposado, un poco agudizado por la debilidad, atiende con paciencia a periodistas y amigos en su casa de Santa Clara. Agradece la atención y se muestra firme en sus convicciones. Está decidido a inmolarse antes que traicionar su conciencia, seguro de que otros cogerán el testigo que él tomó de Orlando Zapata Tamayo. Por su fisonomía esquelética, algunos empiezan a llamarle el 'Ghandi cubano'.
-¿Qué tratamiento le han dado ahora que ha sido hospitalizado?
-Me pasaron glucosa, me nivelaron los parámetros y, aún sin conocimiento, me llevaron al centro más grande de Santa Clara. Pero engañaron a mis familiares diciéndoles que iba a cuidados intensivos. Me pusieron sueros y me hicieron análisis que dieron que tenía el metabolismo totalmente atrofiado. Sabían que iba a continuar con la huelga, así que el doctor Elvis Jiménez Serrano, director del hospital Arnaldo Millan, dijo que la terapia intensiva estaba para salvar la vida a los ciudadanos revolucionarios y no a contrarrevolucionarios que trataban de desestabilizar el país.
-¿Por qué le han dado el alta?
-Al despertar pregunté: ¿Qué pasa? Aún estaba mareado, pero entendí la situación. Simple y llanamente les dije que me quitaran el catéter y lo que me estaban poniendo o me lo arrancaba. Lo quitaron, buscamos un taxi y regresamos a casa.
-¿Cómo se siente?
-Con dolor de cabeza acentuado por la dextrosa que me pasaron.
-¿Está dispuesto a seguir con esta huelga hasta el final?
-Sí, sí, aunque el Gobierno cubano no quiere ingresarme para que no muera en una institución de salud del Estado. Como no hay privadas, aquí continuaremos. Según los médicos entre seis y ocho días debo tener otro shock.
-¿No tiene miedo?
-Tengo miedo, pero más miedo tengo a que quede impune en mi conciencia el crimen de Orlando.
-¿Qué pide?
-Por un problema de principios pedimos la liberación de los doscientos presos de conciencia, pero el objetivo es la excarcelación de veintiséis reclusos políticos y de conciencia que se encuentran muy mal de salud y para los que los médicos del Ministerio del Interior han solicitado que apliquen la licencia extrapenal. Si fallecen será responsabilidad del Gobierno. El Gobierno no va a perder el poder, el Partido Comunista dejaría de ser la fuerza hegemónica y única en el espectro político cubano, y tampoco se desestabilizaría el país si los liberaran.
-¿No teme morir sin cumplir su objetivo y que su sacrificio sea en vano?
-Si me tengo que inmolar hay una lista de hermanos que se declarará en huelga de hambre tras de mí. Mi único temor es que mi conciencia quede sucia ante la necesidad que tiene mi patria de ser liberada, de que los derechos sean respetados y de que sus ciudadanos, piensen como piensen, lo sean también.
-Le empiezan a llamar el Gandhi cubano. ¿Qué le parece?
- No lo sabía, pero es un honor que me comparen con un personaje tan importante.
-¿Cuánto más podrá resistir?
-Estoy preparado para seguir sin comer ni beber nada hasta el próximo shock.
Foto: EFE. (Fuente: laverdad.es)
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