“¿Por qué aplauden y celebran si nosotros no deberíamos estar aquí?”. Esta frase, inolvidable, la pronunció alguien cuando, en uno de los campos de trabajo forzado establecidos por el gobierno cubano, en la década de 1960, en las llanuras de Camagüey, los jefes militares anunciaron que dentro de un mes los familiares podrían visitar a los confinados.

Me viene a la mente aquella frase hoy, cuando el preso político Ariel Sigler Amaya, parapléjico gracias a la buena atención que recibía en el penal, ha sido liberado mediante “licencia extrapenal” luego de siete años de cárcel.

Yo no digo que ésta sea una mala noticia. Sólo me siento en el deber de replicar a los que rebozan de entusiasmo con esta decisión de la dictadura cubana, a quienes han llamado a esta determinación “un gesto de buena voluntad” de parte del gobierno de Fidel y Raúl Castro, a los que casi agradecen a este par que hayan liberado a quien nunca debió ser encarcelado. Parafraseando: “¿Por qué aplauden y celebran, si Sigler nunca debió estar allí?”.

>> Continuar leyendo en Cubaencuentro el artículo de Félix Luis Viera.

por la libertad de los presos políticos cubanos
| Share

0 Comentarios: