El diario mexicano La Razón publica hoy un artículo de Otto Granados que, bajo el título 'Realmente ¿interesa Cuba' analiza la pérdida de influencia de la isla en la región y el cambio de facto en las relaciones entre México y Cuba:

Ya hace tiempo que con la isla México transitó de una relación “epopéyica” a una relación jurídica y política entre Estados, lo que significa admitir que lo funcional ahora es modernizar la naturaleza de nuestra política hacia América Latina y el Caribe, aun en capítulos tan apreciados en la mitología nacional, sencillamente porque las circunstancias y prioridades han cambiado.

Cuba es hoy un jugador menor en la política latinoamericana y muy menor en el contexto hemisférico. Su capacidad de apoyo logístico o financiero a los movimientos insurgentes es cosa del pasado; su atractivo como socio comercial es prácticamente inexistente; su presencia en los foros internacionales no tiene mayor resonancia política real; su peso como exportador de servicios educativos o de salud, con la excepción de sus brigadas médicas en Venezuela, está tan deteriorado como su fuerza económica, y su influencia ideológica en África o en la parte seria de América Latina es sólo un recuerdo.

Peor aún: las exportaciones de México hacia Cuba han sido de unos 208 millones de dólares anuales en la última década, menos del 0.1% del total del año pasado, y la deuda de alrededor de 400 mdd con Bancomext, cuyo convenio de pago fue suspendido por el gobierno de Castro en 2002, fue apenas reestructurada —no pagada— hace apenas dos años. Es cierto que haber resistido por décadas la embestida norteamericana es plausible. Pero ese solo dato (debilitado además por su régimen político) no sirve para hacer una valoración distinta del papel de Cuba en el mundo contemporáneo.

Finalmente ¿hay un ingrediente moral en esta relación según sugiere la encendida verborrea de estos días? Sinceramente no. La muerte de Orlando Zapata o el caso de Guillermo Fariñas no son sino una muestra más de que podrá haber cosas que sostienen al régimen de los Castro, pero no la libertad, la democracia o el respeto a los derechos humanos.

por la libertad de los presos políticos cubanos
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1 Comentario:

  1. Anónimo dijo...

    Alejandro dijo:

    ... y eso es precisamente lo más triste de nuestra Historia. Pudimos ser el faro de América, pero la fiebre del poder cegó a quien retenía todas las cuerdas. Pudimos seguir estando orgullosos ante el mundo de nuestra alegre idiosincracia, de nuestro talento artístico, de nuestra valentía (como guerreros vencedores sacrificados en otras tierras). Pudimos haber perfeccionado lo que ya habíamos creado con nuestro sudor y nuestra virtud, la nuestra, la del pueblo.

    Ahora empezamos de cero, con una Historia rota, pero una experiencia más rica que la de cualquier otro pueblo latinoamericano.

    Esepren un poco y verán como resurgimos. Todo lo que hemos pasado y aguantado se debe a nuestra fuerza espiritual, esa que otra vez no va a empujar adelante. Esperen y ya verán.