Asunción Carrillo tiene una casa humilde en el poblado de Colón, en Matanzas. En esa casa vio crecer a Iván Hernández Carrillo. Desde la ventana lo veía regresar del colegio, brillante de sudor y rabioso de hambre. En la cocina de esa casa preparaba para él las magras recetas que impone la pobreza. En esa casa recibió las visitas de las primeras novias del muchacho. Desde esa casa lo despidió el día que decidió estudiar en una escuela tecnológica Sistemas de Computación, de la cual lo expulsaron por sus actividades opositoras.

En esa casa lloró cuando en 1992, con solo 21 años, se lo condenaron a 2 años de cárcel por un supuesto delito de "propaganda enemiga y desacato a la figura de Fidel Castro".

En esa casa supo de su incorporación al Partido Solidaridad Democrática hasta 1999. En esa casa se enteró de que Iván había ingresado al Partido por la Democracia Pedro Luis Boitel.

En esa casa leyó los despachos de su hijo para la agencia Patria, una de las agencias de prensa independiente del proyecto Nueva Prensa Cubana.

(Lea el texto completo en Mujeres Coraje).

por la libertad de los presos políticos cubanos
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